viernes, 10 de junio de 2011

TRENES EN LAS ISLAS

Siempre quise viajar en tren. Debe haber algo en mi naturaleza que me inclina a pensar en el tren como el vehículo perfecto para la inspiración. Cuando yo nací, el tranvía urbano de Las Palmas de Gran Canaria sólo era una memoria nostálgica que se había acabado once años antes. En mi infancia, cuando fui cobrando consciencia del mundo en el que vivía, me llamaba la atención la huella de unos raíles semienterrados en el asfalto de la calle Triana.
Mi madre, que me llevaba pacientemente de la mano, mientras la asaeteba a toda clase de preguntas, me respondía que aquellos eran los raíles de los tranvías urbanos -eléctricos- que surcaron la ciudad, desde el Puerto de la Luz hasta el corazón comercial de la urbe, atravesando la calle Triana desde 1910 hasta 1937. Cuando íbamos a visitar a mi padre, en los talleres de Muebles San Pedro, en la calle del mismo nombre, siempre pedía que me acercara a dos sitios: al Puente de Palo sobre el Guiniguada y a la calle de Triana, a ver los raíles.

Véase los siguientes aclaratorios enlaces:

http://jarutaco.lacoctelera.net/post/2007/01/23/las-palmas-g-c-railes-son-la-pepa-segun

http://www.pellagofio.com/?q=node/436

La Pepa fue un postrero intento de restablecer el servicio de tranvía urbano en la posguerra, aprovechando los vagones del tranvía eléctrico, para ser movidos con una locomotora de vapor procedente de los excedentes utilizados en la ampliación de los muelles por la empresa SATO.
El ayuntamiento compró una de esas locomotoras y la puso en funcionamiento, adaptándola a las vías del tranvía. Este servicio estuvo en funcionamiento entre 1942 y 1947. Cuando se suspendió el servicio, se intentó subastar la locomotora sin éxito aparente.
Por donde quiera que he indagado, nadie parece saber qué ocurrió con aquella locomotora. Podría ser que haya estado languideciendo en cualquier almacén perdido durante más de sesenta años, aunque me inclino a creer que fue desguazada y convertida en chatarra. No obstante, me gustaría creer que existe y está a la espera de hacer su reaparición fantasmagórica desde alguna perdida dimensión literaria.
Tienen todos los trenes un aura de misterio, romanticismo y, al mismo tiempo de modernidad, que los convierte en fuente de inspiración. Y no quiero dejar pasar la oportunidad para citar algunas referencias.
Ahora que los políticos les ha dado por construir trenes en las Islas, yo recuerdo otro tren de mi juventud: el magnífico tren vertebrado pensado por el mismo ingeniero que diseñó el TALGO (Tren Articulado Ligero Goecoechea Oriol), don Alejandro Goicoechea Oriol.
Este tren vertebrado fue el tercer intento que hubo en Gran Canaria de establecer un sistema de transporte moderno sobre raíles.
En la década de los setenta, incluso, se colocó la estructura para que el tren hiciera sus pruebas destinadas a ver su viabilidad en un trazado que recorrería la costa este de la isla hasta Maspalomas, en el Sur. Eran los años setenta y alguien tuvo la genial idea de buscar un tren futurista, inspirado en aquellos trenes japoneses y americanos que parecían señalar el futuro y que iría en la moderna Avenida Marítima, construida en terrenos ganados al mar.
Cruzaba yo por los primeros años de la adolescencia y cursaba la enseñanza secundaria  en el Instituto Pérez Galdós, mientras el dictador declinaba en su vejez en el lejano Madrid. Recuerdo ir desde el Instituto hasta la Avenida Marítima para admirar aquel espectáculo (Por cierto, mi hermano menor, también se escapó de casa una tarde, junto con otros tres menores entre ocho y once años para ver el moderno artefacto; aunque eso es otra historia que le costó una severa pena a mi hermano.) 
Después de construir todo el trayecto hasta San Cristóbal y hacer varias pruebas, el tren articulado se abandonó hasta que los políticos decidieran si se hacía o no.

http://www.youtube.com/watch?v=DXXG-8qHye4

Corrían tiempos revueltos, mientras el dictador agonizaba y los políticos de la época se disponían a enfrentarse a una transición incierta. Algunos citan estas turbulencias como motivo para que el proyecto se cancelara; pero otras voces presumen que algunos importadores de automóviles coetáneos y otros grupos de transportistas por carretera: taxistas y empresas de guaguas se opusieron radicalmente a ese intento de implantar el tren en Gran Canaria, al que veían como una competencia a sus florecientes negocios. Sea como fuere, durante casi cuarenta años la idea del transporte ferroviario ha estado en el olvido. 
Después de que implantara recientemente el tranvía entre La Laguna y Santa Cruz, parece ser que las ideas de los políticos, planificadores urbanísticos y empresas interesadas en el asunto los ha llevado al cambio de tendencia y ahora todos pujan por ser los primeros en extender las vías ferroviarias en estas sufridas tierras nuestras.
Mientras eso sucede yo vuelvo a recordar con nostalgia, y más después de haber visto repetidas veces el vídeo cuyo enlace está un par de líneas más arriba, un medio de transporte también olvidado: el jetfoil.
Durante los años en los que el jetfoil  prestó servicio entre los puertos de Gran Canaria y Tenerife elegía -siempre que estaba en mi mano- embarcarme en el navío volador. Casi tenía la magia del tren, aunque sus vías las trazaba entre las olas. Durante veinticinco años unió ambas capitales en un cómodo viaje de 80 minutos.
En muchas travesías lo comparaba con los viajes en tren por los Países Bajos o Alemania. Uno podía leer, trabajar o admirar el paisaje mientras la máquina me transportaba a otro lugar. Probablemente las empresas tienen razones para poner o quitar un servicio, modernizar sus vehículos y alterar sus rutas; pero el efecto literario de determinados vehículos trasciende a su utilidad como medio de transporte: el jetfoil es uno de ellos a la par -al menos para quien esto escribe- con el tren.

http://www.youtube.com/watch?v=iqaBIPs8gTE&feature=related

Al hilo de este argumento he estado indagando en esta maravilla de las tecnologías de información que es internet sobre la influencia del tren en la literatura, el cine y otras artes. Me he llevado una sorpresa, que no por presentida es menos sorpresa: existen muchísimas obras de todo tipo de arte en el mundo anglosajón, pero comparativamente muy pocas en las artes de la lengua española. No sé si será debido al decimonónico rechazo español por las modernidades tecnológicas y ese ancestral, “¡qué inventen ellos!”  de don Miguel de Unamuno. Si así fuera, debiéramos preocuparnos en suma medida.

http://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Que_inventen_ellos!

Mientras esto escribo me espera sobre la mesa una nueva versión de Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie en DVD, con el magnífico David Suchet en el papel de Hercules Poirot. Veré si está a la altura de la versión de 1974 de Sidney Lumet y, por supuesto, al original de la dama de Devon, que debió admirar el paso del tranvía eléctrico mientras estaba hospedada en el Hotel Metropol a mitad de camino entre el Puerto de La Luz y la calle Triana. Quizás transformara la señora Christie nuestro modesto tranvía urbano en el exótico Orient Express, atrapado en las nieves de los Balcanes mientras ella disfrutaba del sol y la vista a la Bahía de las Isletas.

Les incluyo, para los curiosos, algunos enlaces sobre el tren en la literatura, el cine y otras obras de ficción. Además hay algún enlace a los premios literarios de la RENFE española.


http://segalbooks.blogspot.com/2008/07/trains-in-literature.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Rail_transport_in_fiction

http://www.ffe.es/premiosdeltren/principal.htm

http://www.marcialpons.es/libros/literatura-y-ferrocarril-en-espana/8488675283/

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