Ayer hice dos descubrimientos: el
primero fue el del escultor Juan López Salvador que tiene una fantástica
exposición de sus esculturas en el Centro de Arte La Regenta. www.laregenta.org
La madera de tea antigua
–rescatada por el escultor de desechos
de materiales de construcción- y el metal de tono broncíneo reviven de la mano
del artista para transformarse en paisajes con vida propia: una raya de acero
simula el horizonte sobre la pared donde una vela triangular rompe la
monotonía, un bosque de madera surge del suelo con forma de archipiélago de
tea, una espiral metálica atrapa el viento de la costa de Arona, un acantilado
surge vertical de la nada y una cueva de tea abre los ojos al espacio interior.
Juan López Salvador ( 1951, La
Laguna) se me apareció como la brisa suave entre los pinares, como el
cataclismo de Ucanca, como el cazador de alisios, como los acantilados de
Anaga. Disfruté con las esculturas, como planeando su secuestro: esta para las
nubes de Tamadaba, aquella para el fondo de mi playa, la de más allá para mis
cuentos oscuros, la otra para las olas, la de la esquina para el silencio y
todas para inspirarse.
En suma, Juan López Salvador me
ha impactado con su obra de ebanista, herrero y orfebre. He llegado a sentirme
avergonzado por haber sido ignorante de este artista genial. Esta pequeña
reseña quiere ser un desagravio. Desde aquí hago un llamamiento a visitar su
obra, a admirarla, a contemplarla con los ojos de quien observa unas obras
excepcionales.
Por si hubiese sido poco el
hallazgo de López Salvador, acudimos por la tarde al Museo Elder de la Ciencia www.museoelder.org para asistir a una
presentación multimedia del grupo Artenara, o algo así decía la convocatoria de
un recorte de prensa que leímos en internet, para hacer el segundo gran
descubrimiento del día.
Nos llamó la atención que la
actuación fuese gratuita hasta cubrir el aforo de 172 personas. Llegamos
temprano aunque no hizo falta porque no llegaron ni a cien los interesados. No
conocía de Artenara otra cosa que su primer disco homónimo, pero esperaba un
grupo de músicos versionando canciones tradicionales canarias.
La sorpresa fue mayúscula cuando
empezó el espectáculo con la presentación a cargo del fundador de Artenara,
Enrique Mateu, que usando por toda arma un timple conectado a un ordenador y
una recopilación de alguna de las actuaciones y vídeos del grupo empezó a
encandilar la sala como un prestidigitador, usando el timple como sortilegio y
sus dedos como varita mágica.
El efecto fue tan estremecedor
como los cataclismos de López Salvador. Las sonoridades del timple de Mateu y
las imágenes de Artenara me transportaron a la poesía, al nirvana del Arte. Fue
como si alguien me hubiera preparado una emboscada armónica audiovisual para
provocar la reacción creadora: El Arte en Canarias está vivo y goza de salud.
Más allá de los impostores de la
clase “cultureta” que viven de las subvenciones y del amiguismo hay vida. Los
creadores de verdad siguen existiendo, buscando el hálito de vida, la razón y
el sino entre las maderas viejas, los cantos del pescador de morenas y los
sonidos del viento.
Post Scriptum:
Una mirada por www.artenara.com me llevó al terreno del
“izquierdo de copia” al “copyleft”, al del derecho libre a compartir, lejos de
los grandes beneficios de las multinacionales de la cultura.
Enrique Mateu es, por cierto, vicepresidente
de la Fundación Copyleft www.fundacioncopyleft.org.
Un nuevo concepto para investigar.