jueves, 14 de junio de 2012

EL HUMO Y LA ROSA

Mientras las entelequias de la sociedad de consumo capitalista se desmoronan como desaparece el humo de los puros de los políticos en los estadios, donde tanto gustan exhibir su nacionalismo de opereta, me siento estafado, estafado por ellos y por los banqueros que se auto indemnizan por su incompetencia con cifras que marean a los comunes mortales que luchan para poder llegar a final de cada mes.
Asisto perplejo a los espectáculos que nos brindan cada día esta caterva de impresentables, que ni saben ni pueden arreglar el caos que han generado, que están dilapidando las perspectivas de presente y futuro de nuestra sociedad, mientras yo encuentro refugio en la poesía y el amor.
Admito que es un consuelo lírico y romántico, lejano a la dura realidad económica y a la estulticia que impera entre los impresentables políticos que han demostrado que sólo sirven para hacer tratos entre caviar persa y grasa de salmón noruego, acciones preferentes y tratos petrolíferos, pero que ninguno está a la altura del “maelstrom” que nos arrastra hacia el abismo económico y social, que sólo valen cuando hay “vacas gordas” que ordeñar, pero que no saben lo necesario cuando tocan las bíblicas “vacas flacas”.
Asumo que la poesía es poco consuelo para quienes se enfrentan a la tragedia del paro o las pobres perspectivas de futuro que van a suponer las drásticas medidas de ahorro. Paupérrima alegría también es la poesía para quien -como yo- creía en las prédicas de la solidez de la sociedad consumista; no obstante, sigo escribiendo versos que me alumbran en estas tinieblas.
Sé que poco puedo hacer para cambiar la situación político-social, aparte de secundar las acciones de protesta y contribuir al flujo de mensajes que expresan su decepción y escepticismo ante la casta de inútiles que nos gobiernan. Mientras tanto trato de continuar mi trabajo como maestro y escritor.
Enseño para ganarme la vida, pero también porque sigo creyendo en que otra sociedad es posible, que hay esperanza. Escribo para no perder el juicio, para recordar(me) que el planeta sigue girando, que mis alumnos siguen haciendo preguntas que necesitan respuestas, que hace unas semanas hubo un tránsito de Venus que no volveré a ver en mi vida, que el arco iris me convoca a citas inesperadas, que los ojos de mi amor cambian con la marea, que las rosas del jardín siguen floreciendo y que las bandadas de palometas acompañan a las barracudas que pastan entre las aguavivas de la bocana del arrecife, esperando a que yo nade entre ellas.
Y que todo esto no depende de los banqueros, los ministros o los políticos, y me siguen esperando a la vuelta de cualquier nube u ola.

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