ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε.
En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos].
En Diels-Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, 22 B12
Heráclito de Éfeso
La cita de Heráclito de Éfeso que
encabeza estas líneas ha sido mejor conocida en tiempos modernos por la
vulgarización que recoge Platón en el Crátilo, simplificándola,
al sostener que nunca nos bañamos dos veces en el mismo río, que ni el
agua ni nosotros permanecemos inertes ni en el tiempo ni en el espacio.
No sé si debo asociarme con los presocráticos y cambiar el agua del río
por la arena de la playa.
Son los granos de arena casi tan
incontables como las moléculas de agua y sostengo que no hay dos granos
iguales. Unos son esquirlas de negro basalto, otros minúsculos
fragmentos de moluscos e, incluso alguno está compuesto de obsidiana
negra. Parecen homogéneos de lejos y heterogéneos bajo la lupa. Cada
grano es único y en continuo cambio erosivo.
He pasado muchas horas entre las arenas
de las playas y las aguas del mar que nos rodea. He nadado en alta mar y
cerca de la costa, he cruzado las arenas fósiles de Jandía y construido
castillos de arena en varias playas, soñando edificar castillos
inexpugnables y excavar pozos para viajar al centro de la Tierra. La
mayoría de las veces para acabar con castillos de prosa fantasiosa y
pozos de poesía insondables, sin llegar a saber del todo si eran los
mismos granos de arena que me han inspirado desde la niñez, transmutados
en palabras.
En mis recientes paseos por la playa que
me vio nacer hace más de medio siglo, he descubierto que no soy el
único que ha jugado con esa arena y que tengo compañeros de juego
procedentes de otras lejanas orillas que también juegan con los granos
aún hoy, de mejor y artística manera.
La
décima edición del Belén de Arena de la playa de Las Canteras de la
capital grancanaria ocupa un área aproximada de 2700 metros cuadrados y
se ha trabajado duro para transformar la arena en castillos, pastores y
reyes. Dicen las frías cifras que palas mecánicas y varias decenas de
trabajadores han tenido que mover un volumen de unos 20.000 metros
cúbicos de arena rubia para realizar una obra de arte efímero.
En la preparación de este belén de arena
han bregado gran cantidad de personas durante dos semanas, destacando
la labor de cinco reconocidos escultores procedentes de 4 países
distintos: Turquía, Rusia, Italia y España, que han confeccionado cinco
grupos escultóricos distintos, convirtiendo al Belén de Arena de Las
Palmas de Gran Canaria en el mayor y más importante de Europa y,
probablemente, en uno de los mayores del mundo durante el invierno.
Tuve el honor de disfrutar en compañía
de varios amigos de las explicaciones de Miguel Rodríguez Pérez,
organizador del acontecimiento y alma mater de los diez años del
mismo. Miguel lleva más de 23 años organizando muestras de esculturas de
arena en la playa y una década con la forma actual de gigantesco belén,
que ocupa casi el equivalente a un campo de fútbol.
Curiosamente, la zona donde está
enclavado el belén de arena era mi territorio veraniego en los lejanos
años sesenta del siglo pasado. Recuerdo la caseta de lona azul de la
familia, adosada al muro del paseo, la arena caliente cuando los primos
volvíamos a la carrera del agua, esquivando bañistas, llevando cada uno
un balde de agua para construir el castillo, con muros, fosos y torres
almenadas, donde refugiarnos antes de que mi madre ordenara la retirada
según caía la tarde. Reconozco la misma perspectiva, con una línea
imaginaria trazada desde la orilla en dirección al Teide, y dejando a la
izquierda visual al cono de la montaña de Gáldar. Por allí vi por
primera vez el rayo verde del ocaso solar al ocultarse tras Tenerife.
Cuando volvíamos al día siguiente, la
marea de turistas rubicundos, el viento y la mar habían reducido nuestra
fortaleza a granos calcáreos perdidos entre los demás. Eso nos
estimulaba a reconstruirlo todavía más imponente que el día anterior.
Tuvimos periodos donde nuestra esperanza era la de levantar una
fortaleza inexpugnable para todos aquellos bárbaros que nos asediaban:
rechonchos turistas suecos, jugadores de fútbol playero y el sempiterno
riesgo de la marea que subía más rápido que nuestras endebles murallas.
La visita a la X Edición del Belén de
Arena me ha vuelto a esos recuerdos de arquitecto infantil, pensando si
alguno de aquellos granos de la infancia se habían configurado dentro
del maravilloso castillo de ensueño de Leonardo Ugolini, que posee la maestría de los arquitectos del Renacimiento, para modelar una fortaleza digna de la Alicia de Lewis Carroll.
Otro de los geniales artistas de la arena es el grancanario Etual Ojeda,
quien ha sublimado el arte del “arenismo” en la playa de Las Canteras,
donde ha trabajado desde su juventud. A sus sabias manos se deben este
año los Reyes Magos y sus dromedarios del jable.
La escultora turca Eda Kaytan es la
artífice del paisaje canario de la entrada del Belén. A sus sensibles
manos se le debe la representación en altura de un paisaje local,
quedando retratado un viejo pastor de arena que podría ser tanto de
Artenara como de la Anatolia.
Dos escultores rusos, Alexey Diakov y
Alexey Schotov, representan la embajada del gran país del norte en
nuestra arena clara, trayendo ecos de zares e iglesias ortodoxos.
Diakov esculpe con reminiscencias a los iconos rusos.
Mientras que Schotov ha modelado un
espectacular nacimiento con los bustos de José y María, abrazando un
niño Jesús esculpidos con grandiosidad a cuatro metros sobre el suelo,
con la magnificencia de las grandes esculturas rusas.
Mientras paseamos con admiración entre
las esculturas, Miguel Rodríguez Pérez nos explica las dificultades para
convencer cada año a las autoridades municipales -sean del color
político que sean- de la exclusividad de la manifestación, para que el
Belén de arena de la playa de Las Canteras continúe, de los beneficios
que representa para la ciudad, de los miles de visitantes diarios (casi
cien mil visitantes en la primera semana) que se van satisfechos y
comentando que cada año supera al precedente, de la calidad de los
artistas que acuden, de la escuela para nuevos artistas de la arena.
Se queda casi afónico argumentando en el
aire húmedo de la tarde, defendiendo su obra. Mientras tanto yo sueño
también de aquel niño que fui y que jugaba en esta arena que ahora
admiro.
Fotos de Tato Gonçalves