lunes, 27 de junio de 2011

CUATRO SAXOS Y UN NOVELISTA

Mañana a las 21 horas presenta Grébede-Sax 12 magníficos temas; y alguna sorpresa de propina en el salón del Círculo Mercantil de Las Palmas de Gran Canaria.
Una original formación de cuatro saxos: tenor, barítono, alto y soprano nos llevarán por los sones de variados estilos musicales. Tocados por los saxos sonarán blues, tangos, valses, reggaes y hasta canto gregoriano. Se atreven estos músicos a interpretar a clásicos y rebeldes, a adaptar a Beethoven y a reinterpretar boleros.
El concierto se plantea como homenaje a un maestro de músicos; al director, compositor y saxofonista Francisco Guerrero Morales.
Me hicieron de teloneros en la presentación de KOPI LUWAK y me dejaron con ganas de más. Se lo dije al saxofonista tenor y me ha devuelto la pelota: Preséntanos tú.
No he podido negarme.

sábado, 25 de junio de 2011

LAS CASUALIDADES Y EL DESTINO

Después de varios intentos en vano, vuelvo a escribir entre líneas para el blog de mis entrañas. El pasado jueves presenté KOPI LUWAK en el Gabinete Literario, acompañado de amigos y sonorizado por GRÉBEDE-SAX.
Jorge Liria me entrevistó en directo, sonsacándome detalles y pormenores del libro. Como le dije allí, imagino que añora los tiempos de la literatura periodística y aprovechó la oportunidad para desentumecer su talento, sacándome informaciones y datos para el provecho de la audiencia.
Todavía recuerdo cuando me lo encontré hace siete años, una mañana de casualidad, bajo la estatua de Tomás Morales y me dijo que había dejado la redacción de La Provincia y se lanzaba a la carrera de editor. Yo volvía de no sé qué Mesa de Negociación, atribulado por las cargas sindicales y perdido para la literatura. Le dije que tenía el manuscrito de El anillo del pulpo encerrado en el sótano de mi casa.
A los pocos meses vi cómo reeditaba la vieja novela que compuse hace veinte años para un concurso literario de cuyo nombre no quiere acordarme.
Así, por casualidad, volví a la vida literaria, de la mano de Anroart y los hermanos Liria. Desde ese momento, mi vida empezó a cambiar: comencé a planear mi dimisión de las tareas sindicales y la vuelta a una vida más espiritual. Probablemente, la casualidad de ese encuentro marcó varios cambios trascendentales en mi vida.

Al día siguiente de la presentación de mi libro me enteré de la trágica muerte de mi compañero José Manuel Mendoza, arrollado por un conductor borracho a pocos metros de la escuela donde había ejercido su magisterio durante quince años.
La pérdida de José Manuel nos dejó con la terrible sensación de la muerte prematura e imprevista: vacío e impotencia. José Manuel, por su parte, nos dejó un aula que había convertido en un castillo encantado, un jardín florido y su recuerdo imperecedero en quince promociones de niños felices, de jóvenes responsables y de amigos, todos huérfanos de él en la zona de Los Altos de la Milagrosa.
Amaba la libertad del aire y el vuelo libre. Cuando sus obligaciones se lo permitían se alzaba en su parapente o en su ala delta por encima del terreno, viendo el mundo desde la altura, sintiendo la caricia del viento en su cara curtida o rodando como un caballero andante en su bicicleta por los abruptos senderos de la isla. Tuvo varios accidentes serios que no le impidieron volver a subirse a los vehículos que le permitían volar.
En uno de mis últimos recuerdos lo veo sentado en posición de loto rodeado de pequeños de tres y cuatro años embobados, a quienes les contaba un cuento de hadas ilustrado con troqueles en relieve. Las asombradas miradas infantiles se imaginaban el aleteo de las hadas en la voz de José Manuel. Pocos sospechaban –yo incluido- que mi compañero era el verdadero rey de las hadas y la fantasía, reinando en el jardín de la belleza por él construido en el CEIP Los Altos.

Desde mi última entrada en este blog he estado paralizado por los acontecimientos diarios, añusgado por la pérdida y tanto dolor. No había encontrado momento ni estado de ánimo para retomar la escritura y, mientras esto escribo, no ceso de buscar significado a lo inescrutable del destino al que todos los seres humanos estamos sometidos.
He sido testigo o fiador de anécdotas y casualidades que hablan de designios que se escapan a la lógica, que parecen increíbles, pero que son tan ciertas como los eclipses o las mareas.
Como decía en otra entrada, las aves han jugado un papel importante en mi vida. Siempre he tenido encuentros curiosos con pájaros de distinto plumaje y he aprendido a interpretar sus mensajes. Uno de los más curiosos nos ocurrió junto a mi esposa. En los primeros tiempos de nuestra relación, volvíamos en un velero desde Fuerteventura a Gran Canaria. El barco se llama –como no podía ser de otra forma- “Patita” y es propiedad de un caro amigo.
Habíamos partido desde Morro Jable antes del amanecer. Empezaban a pintarse los primeros claros de la aurora y el velero se deslizaba sobre el mar, paralelo a la costa de Jandía. Estábamos sentados a popa, junto a la caña del timón. Ocurrió justo poco tiempo antes de que el disco solar se alzase sobre la línea del horizonte: una pardela cenicienta en vuelo rasante cayó en los brazos de Belén. Literalmente, una bola de plumas húmedas se precipitó sobre ella. Todos nos volvimos hacia mi asombrada mujer. Me pareció como si Poseidón la señalara con un mensajero alado.
Aparte del susto inicial, nadie parecía estar herido. Mi mujer sostuvo en su regazo al magnífico animal hasta que comprobamos que, aparte de un corazón que latía apresuradamente, aparentemente estaba bien; la tomamos en brazos y la lanzamos a sotavento. El ave voló como si no hubiera pasado nada, reemprendiendo su itinerario rasante sobre las olas. No me he separado de Belén un solo día desde que fue señalada por aquel mensajero alado.
Cada línea que escribo pasa su sabio escrutinio antes de ser expuesta a terceros.
A todos nos suceden casualidades que no siempre sabemos o podemos interpretar. Los antiguos tenían todo tipo de oráculos sagrados para ello y hoy día abundan santeros, brujas, hechiceros y echadores de cartas de las más variopintas procedencias, que dicen saber interpretar el presente, el pasado y el futuro de cualquiera con métodos de lo más peregrino, pretendiendo la mayoría de las veces medrar a costa de las tribulaciones ajenas.
Como decía más arriba, he atestiguado varias casualidades a lo largo de mi vida. Algunas de ellas deben ser calladas, pero entre las que no, está una muy curiosa:
Hace varios años, en un partido de fútbol playero en la playa de Las Canteras uno de mis conocidos dio una patada al balón con tanta fuerza y puntería que acertó en delicada parte a uno de los jugadores del equipo contrario. A consecuencia del balonazo, el contrincante cayó fulminado al suelo, roto de dolor.
Casi había perdido la conciencia. El juego quedó parado y todos se acercaron donde estaba el caído. Lo rociaron con agua de mar, le hicieron respirar y lo acompañaron hasta que empezó a recuperar el sentido. Mi amigo se disculpó con la víctima de su acertado chut, mostrándose muy afectado por el incidente.
Mi amigo futbolista se fue pocos días más tarde hasta los Países Bajos, donde acababa de ser destinado en Comisión de Servicio. Semanas más tarde, una vez establecido en el país neerlandés en una pequeña ciudad al este de ÁAmsterdam, vio mi amigo un coche con la extraña matrícula de letras negras sobre fondo blanco que ponía GC- XXXXX.
La matrícula de fondo blanco de Gran Canaria destacaba en un país donde las placas de matrícula son de fondo amarillo. Mi amigo se extrañó, preguntándose a quién podría pertenecer aquel coche que procedía de su isla natal y se apostó junto a él un rato por si aparecía su propietario.
No tuvo que esperar mucho tiempo, pues al poco apareció su dueño, que no era otro que ¡el mismísimo jugador a quien había dejado KO de un balonazo semanas antes!
Al parecer, también había emprendido viaje a Europa pocos días después del partido de fútbol, llegando en coche desde Cádiz hasta los Países Bajos para visitar a algunos conocidos. Ambos se asombraron de la coincidencia y compartieron delante de un par de jarras de cerveza sus paralelismos.
Abundan coincidencias increíbles en las vidas de los seres humanos, señales, casualidades y advertencias. Pareciera que los hados aparecen y desaparecen ante nuestros ojos de formas impredecibles y, por supuesto, no es fácil interpretar sus señales y designios.
Hay momentos en los que creo firmemente en la existencia de algún tipo de plan divino detrás de todo: en las señales de las pardelas, de los balones y los atardeceres; y otros momentos en los que dudo. Hoy sólo puedo creer en las personas como Belén y José Manuel.

jueves, 16 de junio de 2011

CUATRO SAXOS Y UNA NOVELA

Esta tarde a las ocho habrá cuatro saxofonistas tocando un blues y un tango para celebrar el acto donde KOPI LUWAK va a ser presentada en sociedad, en el Gabinete Literario.
El otro día cuando enviaba invitaciones a diestra y siniestra para este acto recibí un lacónico mensaje de vuelta: “El día 28 de junio en el Círculo Mercantil nos presentamos en concierto. Estás invitad@”. Lo firmaba GRÉBEDE-SAX.
El terminal desde donde se enviaba pertenecía a mi amigo Gregorio, compadre de boda, testigo canónico, músico y aficionado a los rallies clásicos; todavía recuerdo cuando su rarísimo Volkswagen SP-2 se paró en el cruce de Ariñez con un fallo en el alternador. Nos quedamos sin luces ni electricidad con la noche cayendo sobre nosotros. Después de una reparación de emergencia al alternador defectuoso, llegamos “remando” en la penumbra hasta Teror, viendo como nos adelantaban todos los demás.
“Mis compañeros de grupo dicen que les gustaría tocar algo acorde a esa novela tuya”, me dijo cuando llamé para interesarme por la primicia de que estaba integrado en una banda de saxofonistas. Parece que llevan ensayando un tiempito para presentarse en sociedad ellos también.
Me quedé sin palabras, pero no pude hacer otra cosa que aceptarlos con sumo agrado. Los amigos como Gregorio no abundan, que siempre aparece cuando necesito un carburador para un “seiscientos” o un testigo que confirme que no me dedico al espiritismo. A cambio se puede llevar una guitarra arrimada, una llanta de aleación para un escarabajo cojo o un copiloto miope.
No estoy seguro de que los tratos siempre sean justos; aunque es verdad que no llevo por cuenta las “tropicales” ni los copilotajes. A partir de esta tarde es seguro que voy a quedar en deuda con él y sus amigos de GRÉBEDE-SAX.
Ya estoy ahorrando para las tropicales porque no me quedan ni timples ni llantas huérfanas.
Después de afeitarme saldré a presentar el KOPI LUWAK en el Gabinete Literario. Allí espero a todo el que así lo desee.

martes, 14 de junio de 2011

LA TIRANÍA DEL BLOG

Tengo quince minutos para escribir una entradita para este blog. He estado casi dos horas intentándolo sin que pasara nada. No salía ni una letra, ni un garabato siquiera. Me he estrujado el cerebro para ver si hilvanaba algo que pudiera colgar antes de la hora convenida.
Busqué en las noticias de hoy, entre las desinformaciones diarias, en los datos que inundan la blogosfera, en los vídeos del tubo, pero no; no se me ocurría nada.
Era el sentimiento aterrador de saber que el reloj tictacteaba inclemente hacia esa línea de muerte de las dieciocho horas. Miré al cielo por ver si el alisio me traía la inspiración, miré a los gatos por si me ronroneaban algo de provecho, mas nada me soplaba la musa, que me sonreía retadora desde el vacío.
Entonces busqué en las revistas de coches clásicos de este mes, en las páginas de internet donde sigo el mercado de ocasión, con otra triste conclusión: no había nada que hacer si no me tocaba la lotería o hablaba con los de mi banco. Y ésa era otra puerta cerrada antes siquiera de tocarla.
Desde que mi caja de ahorros se fusionó (¿o era qué se fisionó con el FMI?) miran cada céntimo en negativo de mi cuenta para negarme la ampliación de la hipóteca o un prestamito cualquiera. O sea, que no me podré comprar el modesto descapotable construido sobre el chasis de una berlina vieja hasta el siglo XXII.
Mientras tanto seguí rebuscando por mi biblioteca por si entre los libros de biografías célebres de autores británicos encontraba algún emperador de Nínive o algún sátrapa de Samarcanda sobre quienes escribir algo para rellenar este bloguito de mis entretelas.
Desde que lo reactivé, allá a principios de mayo, el número visitantes a mis entradas, artículos y similares no para de crecer y mi nombre en las búsquedas de google sigue escalando posiciones como si estuviera en la ascensión ciclista al Alpe d’Huez. Mi editor parece estar contento por esto, pero el que esto escribe se siente preso de la tiranía que significa escribir cada día “algo” ingenioso, creativo, original o curioso.
Siempre he sido un poco vago. Me molesta la horrible disciplina de la escritura diaria. Es verdad que soy capaz de encerrarme durante un mes para teclear como poseso una novela de un tirón; pero también necesito gandulear con método y elegancia durante muchos meses después; y antes también.
El jueves próximo presentaré KOPI LUWAK en Las Palmas. Hasta ahora sólo lo había hecho en las Ferias del Libro de Madrid y en Tenerife, vendiéndosela a desconocidos, recordando mis jóvenes tiempos de vendedor de la Encyclopaedia Britannica, parando a los transeúntes, abriéndoles el primer capítulo y retándolos a cerrar el libro después de haberlo leído. Unos cuantos se dejaron convencer y compraron el libro, no sé si por continuar la lectura o por quitarme de en medio.
Espero que algunos más se dejen convencer en la presentación del Gabinete Literario.
O sea que ya casi son las dieciocho horas y no tengo nada que merezca la pena colgar del patíbulo público de este blog, salvo este canto a la anarquía creativa que acaban ustedes de leer.

viernes, 10 de junio de 2011

TRENES EN LAS ISLAS

Siempre quise viajar en tren. Debe haber algo en mi naturaleza que me inclina a pensar en el tren como el vehículo perfecto para la inspiración. Cuando yo nací, el tranvía urbano de Las Palmas de Gran Canaria sólo era una memoria nostálgica que se había acabado once años antes. En mi infancia, cuando fui cobrando consciencia del mundo en el que vivía, me llamaba la atención la huella de unos raíles semienterrados en el asfalto de la calle Triana.
Mi madre, que me llevaba pacientemente de la mano, mientras la asaeteba a toda clase de preguntas, me respondía que aquellos eran los raíles de los tranvías urbanos -eléctricos- que surcaron la ciudad, desde el Puerto de la Luz hasta el corazón comercial de la urbe, atravesando la calle Triana desde 1910 hasta 1937. Cuando íbamos a visitar a mi padre, en los talleres de Muebles San Pedro, en la calle del mismo nombre, siempre pedía que me acercara a dos sitios: al Puente de Palo sobre el Guiniguada y a la calle de Triana, a ver los raíles.

Véase los siguientes aclaratorios enlaces:

http://jarutaco.lacoctelera.net/post/2007/01/23/las-palmas-g-c-railes-son-la-pepa-segun

http://www.pellagofio.com/?q=node/436

La Pepa fue un postrero intento de restablecer el servicio de tranvía urbano en la posguerra, aprovechando los vagones del tranvía eléctrico, para ser movidos con una locomotora de vapor procedente de los excedentes utilizados en la ampliación de los muelles por la empresa SATO.
El ayuntamiento compró una de esas locomotoras y la puso en funcionamiento, adaptándola a las vías del tranvía. Este servicio estuvo en funcionamiento entre 1942 y 1947. Cuando se suspendió el servicio, se intentó subastar la locomotora sin éxito aparente.
Por donde quiera que he indagado, nadie parece saber qué ocurrió con aquella locomotora. Podría ser que haya estado languideciendo en cualquier almacén perdido durante más de sesenta años, aunque me inclino a creer que fue desguazada y convertida en chatarra. No obstante, me gustaría creer que existe y está a la espera de hacer su reaparición fantasmagórica desde alguna perdida dimensión literaria.
Tienen todos los trenes un aura de misterio, romanticismo y, al mismo tiempo de modernidad, que los convierte en fuente de inspiración. Y no quiero dejar pasar la oportunidad para citar algunas referencias.
Ahora que los políticos les ha dado por construir trenes en las Islas, yo recuerdo otro tren de mi juventud: el magnífico tren vertebrado pensado por el mismo ingeniero que diseñó el TALGO (Tren Articulado Ligero Goecoechea Oriol), don Alejandro Goicoechea Oriol.
Este tren vertebrado fue el tercer intento que hubo en Gran Canaria de establecer un sistema de transporte moderno sobre raíles.
En la década de los setenta, incluso, se colocó la estructura para que el tren hiciera sus pruebas destinadas a ver su viabilidad en un trazado que recorrería la costa este de la isla hasta Maspalomas, en el Sur. Eran los años setenta y alguien tuvo la genial idea de buscar un tren futurista, inspirado en aquellos trenes japoneses y americanos que parecían señalar el futuro y que iría en la moderna Avenida Marítima, construida en terrenos ganados al mar.
Cruzaba yo por los primeros años de la adolescencia y cursaba la enseñanza secundaria  en el Instituto Pérez Galdós, mientras el dictador declinaba en su vejez en el lejano Madrid. Recuerdo ir desde el Instituto hasta la Avenida Marítima para admirar aquel espectáculo (Por cierto, mi hermano menor, también se escapó de casa una tarde, junto con otros tres menores entre ocho y once años para ver el moderno artefacto; aunque eso es otra historia que le costó una severa pena a mi hermano.) 
Después de construir todo el trayecto hasta San Cristóbal y hacer varias pruebas, el tren articulado se abandonó hasta que los políticos decidieran si se hacía o no.

http://www.youtube.com/watch?v=DXXG-8qHye4

Corrían tiempos revueltos, mientras el dictador agonizaba y los políticos de la época se disponían a enfrentarse a una transición incierta. Algunos citan estas turbulencias como motivo para que el proyecto se cancelara; pero otras voces presumen que algunos importadores de automóviles coetáneos y otros grupos de transportistas por carretera: taxistas y empresas de guaguas se opusieron radicalmente a ese intento de implantar el tren en Gran Canaria, al que veían como una competencia a sus florecientes negocios. Sea como fuere, durante casi cuarenta años la idea del transporte ferroviario ha estado en el olvido. 
Después de que implantara recientemente el tranvía entre La Laguna y Santa Cruz, parece ser que las ideas de los políticos, planificadores urbanísticos y empresas interesadas en el asunto los ha llevado al cambio de tendencia y ahora todos pujan por ser los primeros en extender las vías ferroviarias en estas sufridas tierras nuestras.
Mientras eso sucede yo vuelvo a recordar con nostalgia, y más después de haber visto repetidas veces el vídeo cuyo enlace está un par de líneas más arriba, un medio de transporte también olvidado: el jetfoil.
Durante los años en los que el jetfoil  prestó servicio entre los puertos de Gran Canaria y Tenerife elegía -siempre que estaba en mi mano- embarcarme en el navío volador. Casi tenía la magia del tren, aunque sus vías las trazaba entre las olas. Durante veinticinco años unió ambas capitales en un cómodo viaje de 80 minutos.
En muchas travesías lo comparaba con los viajes en tren por los Países Bajos o Alemania. Uno podía leer, trabajar o admirar el paisaje mientras la máquina me transportaba a otro lugar. Probablemente las empresas tienen razones para poner o quitar un servicio, modernizar sus vehículos y alterar sus rutas; pero el efecto literario de determinados vehículos trasciende a su utilidad como medio de transporte: el jetfoil es uno de ellos a la par -al menos para quien esto escribe- con el tren.

http://www.youtube.com/watch?v=iqaBIPs8gTE&feature=related

Al hilo de este argumento he estado indagando en esta maravilla de las tecnologías de información que es internet sobre la influencia del tren en la literatura, el cine y otras artes. Me he llevado una sorpresa, que no por presentida es menos sorpresa: existen muchísimas obras de todo tipo de arte en el mundo anglosajón, pero comparativamente muy pocas en las artes de la lengua española. No sé si será debido al decimonónico rechazo español por las modernidades tecnológicas y ese ancestral, “¡qué inventen ellos!”  de don Miguel de Unamuno. Si así fuera, debiéramos preocuparnos en suma medida.

http://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Que_inventen_ellos!

Mientras esto escribo me espera sobre la mesa una nueva versión de Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie en DVD, con el magnífico David Suchet en el papel de Hercules Poirot. Veré si está a la altura de la versión de 1974 de Sidney Lumet y, por supuesto, al original de la dama de Devon, que debió admirar el paso del tranvía eléctrico mientras estaba hospedada en el Hotel Metropol a mitad de camino entre el Puerto de La Luz y la calle Triana. Quizás transformara la señora Christie nuestro modesto tranvía urbano en el exótico Orient Express, atrapado en las nieves de los Balcanes mientras ella disfrutaba del sol y la vista a la Bahía de las Isletas.

Les incluyo, para los curiosos, algunos enlaces sobre el tren en la literatura, el cine y otras obras de ficción. Además hay algún enlace a los premios literarios de la RENFE española.


http://segalbooks.blogspot.com/2008/07/trains-in-literature.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Rail_transport_in_fiction

http://www.ffe.es/premiosdeltren/principal.htm

http://www.marcialpons.es/libros/literatura-y-ferrocarril-en-espana/8488675283/

martes, 7 de junio de 2011

UN LIBRO A CAMBIO DE UN CORTE DE PELO

Acabo de cambiar un ejemplar de KOPI LUWAK por un corte combinado de barba y pelo. Y lo he firmado mientras una gota de agua de colonia caía sobre la página donde le hacía una dedicatoria a don Pedro Domínguez, barbero de profesión y escritor de vocación. Me sentí más orgulloso que si hubiera vendido diez mil ejemplares en la primera semana de su distribución a librerías.
Sostiene don Pedro que el libro bien lo merecía, que él reconocía los inicios bien escritos,  que ya había leído “ El anillo del pulpo” y éste le parecía mejor. Yo callé, cobarde bajo sus tijeras trasquilando mi barba, peligrosamente cerca para oponerme.
Regenta don Pedro una antigua barbería en la carretera principal de Tamaraceite junto con su hermano, pintor de paisajes murales en la propia barbería. El edificio donde está situada debe tener más de ciento cincuenta años y está edificado sobriamente con el canto blanco de la zona y los dinteles de cantería de basalto. No tienen ningún cartel en la fachada que indique que es un barbería, pero todo el mundo sabe que lo es.
En ese lugar se reúnen músicos, poetas y pintores de cierta edad con la excusa de pelarse o afeitarse. Es rara la ocasión en la que alguien no lleve una guitarra para que se la afinen, un libro para que se lo lean o un artículo de periódico de los pocos que se van publicando para criticar a éste o aquél;  se discute con ardor sobre si Plácido Fleitas era mejor escultor que Chirino, que si Jorge Oramas también era barbero antes que pintor o cualquier tema de la actualidad política, aunque últimamente hay una cierta desgana cuando se cita a los Mariano, José Luis o Paulino.
Desde niño recuerdo que ir a cortarme el pelo era una tortura. Sobre todo me fastidiaba algún torpe y zafio fígaro que se pasaba la faena fumando y despotricando de vecinos y vecinas. Por eso siempre he evitado aquellas barberías donde el personal buscara conversación sin ton ni son, aquellas donde reinara el cotilleo o el exagerado futbolerismo.
Tengo una especial querencia por las que conservan los viejos asientos anatómicos, con la pátina de los años y los brazos metálicos lacados en blanco. Si además conservan otro mobiliario y su decoración tradicional, así como -al menos- parte de sus herramientas, entonces las sitúo mentalmente en mis planos de situación para ser evaluadas. Aquellas que reunían estos requisitos, eran inspeccionadas  por mí para averiguar si los  profesionales también conocían su oficio y el difícil arte de empatizar con un cliente tan peculiar como yo.
La mayoría de las que cumplían los requisitos han ido cerrado por jubilación o fallecimiento de sus dueños o han sido transformadas y modernizadas por herederos de distintos pareceres.
Afortunadamente, desde hace varios años no he tenido que buscar ninguna nueva barbería y acudo regularmente a que don Pedro y su hermano me aligeren de pelo y me surtan de inspiración. Cada vez que recorto mis cabellos me llevo bajo el brazo alguna rica anécdota o una de las mejores críticas literarias que se despachan por estos alrededores.
En suma, que la barbería de don Pedro es de una clase especial, un lugar donde estoy orgulloso de que hayan aceptado un libro mío a cambio de recortarme el pelo y las barbas.

lunes, 6 de junio de 2011

BALANCE DEL CUADERNO DE BITÁCORA

Reanudé este cuaderno de bitácora el pasado 19 de mayo, después de haberlo tenido inactivo durante casi tres años. Durante este tiempo he colgado varias noticias y pequeñas reseñas para mantener una relación continua con amigos y lectores que pudieran estar interesados en mi vuelta a la creación literaria pública.
He colgado, incluso, el primer capítulo de KOPI LUWAK y he estado presente en las Ferias del Libro de Madrid y Tenerife, donde he promocionado mi libro y este mismo Blog.
Ahora he querido hacer un primer balance antes de presentar el libro en mi ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria.
En estas tres semanas, desde su relanzamiento, me he llevado grandes sorpresas al comprobar los datos del balance de visitas. He vuelto a recuperar el contacto -tanto gracias a este Blog como a la cuenta paralela de Facebook- con viejos amigos, compañeros de profesión o de estudios e, incluso, con antiguos alumnos de los Países Bajos.Algunos de los visitantes me han dejado notas con sus opiniones en el blog o en el correo adjunto, pero la mayoría visita el blog con la máxima discreción, sin dejar rastro aparente de su visita.
Tardé varios días en darme cuanta de que hay un apartado en este “blogspot” dedicado a las estadísticas. A través de ellas me he dado cuenta de la existencia de una cantidad sorprendente de visitas anónimas:
En estos  días he contado con más de 200 visitas al blog. De ellas, algo más de la mitad son procedentes de URLs españolas, pero es llamativo el alto número de ellas que procede de Estados Unidos de América, en torno al 15 %. Le siguen visitantes de Francia, con un 8% y de México y Alemania con un 6% cada uno, y asombrosamente encuentro visitas desde países insospechados, como Rusia, China o Brasil.
Son increíbles las posibilidades que este medio proporciona. Debo reconocer que, a priori, era muy reacio a abrir cuentas en estas recientes redes sociales, pero mi editor, Jorge Liria, me convenció para que así lo hiciera; y ¡parece que tenía razón!
“Antonio, si no estás en las búsquedas de Google, no existes”, me dijo cuando se aproximaba la fecha de que KOPI LUWAK saliera a la calle. Y en esta tarea estamos.
He de participarles que, la entrada que cuenta con más visitas es la que se refiere a “Mi casa y mis tres teniques”, siguiéndola en un segundo lugar el relato titulado “La Urraca”.
Para terminar, y como cualquiera de los amables lectores puede comprobar, sólo hay dos personas que se han dignado en hacer públicos sus comentarios. Me encantaría contar con algunos más, particularmente de esos visitantes procedentes de allende los mares.

viernes, 3 de junio de 2011

LA URRACA

Cuentan los que saben, y no suelen ser muchos los que saben, que la escritura es un arte solitario. Un arte que necesita de soledad, de concentración, de inspiración, de talento y, sobre todo, de trabajo, mucho trabajo.
La inspiración es a veces esquiva, a veces generosa. Uno puede andar durante semanas, cual poeta romántico, vagando por playas y montañas, otras veces se puede encerrar en lo más oscuro de los templos o darse un baño de multitudes; en vano.
Y otras, simplemente la vista de una ardilla o de una gaviota concita una catarata de ideas que lleva al relato, al poema o la novela.
El otro día, después de haber estado cinco horas por la mañana en la caseta de Maidhisa en Madrid, Belén y yo nos tendimos en el césped del parque del Buen Retiro, hasta que volvieran a abrir las casetas de la Feria del Libro. Hacía una tarde típica de la primavera madrileña, con buena temperatura, nubes y claros, con golondrinas surcando los altos cielos velazquianos.
Mientras descansábamos contra el tronco de un plátano de indias, veíamos la vida asilvestrada entre los paseantes y los tumbados: la fauna de palomas, tórtolas y perros de compañía me saltaron a la vista en primer lugar -literalmente-; después fue la discreta presencia de ardillas de cola emplumada y multitud de urracas parlanchinas, que competían por las nueces y las ramas libres.
Siempre me gustaron las urracas -que de las ardillas hablaré en otra ocasión-. Los hermosos córvidos han sido objeto de leyendas y prejuicios desde la más allá de la Edad Media. Los anglos las consideran dignatarios de mala suerte. Los alemanes, italianos y franceses le atribuyen facultades de taimadas e inteligentes y en España abundan en el folclore popular, unas veces como emisarios de mal fario y otras, de forma opuesta, se utilizan incluso en el Alto Aragón para designar a una mujer bella.
También ha sido fuente de inspiración para relatos populares; así, el mismo Hergé, utilizó a la urraca para hacerla responsable del robo de las joyas de la Castafiore en el episodio homónimo de Tintin, mientras que Rossini, la hizo estrella en una de sus óperas, La gazza ladra, también como ladrona.
En cuanto a mí, la urraca, ese bello, elegante e inteligente córvido bicolor, va a protagonizar un relato en ciernes, del cual estas líneas son sólo un preludio. 

miércoles, 1 de junio de 2011

PRIMER CAPÍTULO DE KOPI LUWAK (Me gustaría saber la opinión de los lectores)



Kopi Luwak
(Querida)


2004
Gran Canaria
I
Copiando a Galdós



Los ociosos caballeros y las damas aburridas que me han leído o me leyeren, para pasar el rato y aligerar sus horas, verán con gusto que en esta página todavía blanca pego la hebra de mi cuento, copiando a Galdós1, diciéndoles que todo empezó de nuevo cuando volví a probar kopi luwak.
El aroma llegó a mi memoria antes que el café a la taza. Una nube de efluvios despertó mi recuerdo aletargado, puso en alerta mis sentidos y erizó mi piel trayendo recuerdos oscuros. Estaba en la inauguración de una exposición de cuadros, cansada de tanto besar el aire vacío al lado de mejillas resbaladizas y de estrechar manos tibias de gente fría. Me dolían los tobillos de los tacones que llevaba lustros sin usar y, después de un par de horas de teatro, ya no era capaz de repetir palabras corteses entre los canapés y el cava.
Luis María me había invitado, argumentando que todavía estábamos casados y un buen candidato a la alcaldía necesitaba una esposa a su lado en determinadas circunstancias. Algo me había contado acerca de un empresario catalán que le había hecho un encargo, para hacerle un retrato de su mujer o algo parecido, de la importancia de la buena imagen para su futuro político y de las zarandajas habituales. Entre la cháchara hueca me soltó: “Vendrán algunos inversores extranjeros; así podrás practicar tus idiomas. Quizás nos seas de utilidad para construir ese campo de golf en los Tableros del Marqués por el que tanto hemos luchado“. Sabía mi marido de mis gustos lingüísticos y cómo incitar mis intereses cada día más dormidos.
Al final me decidí a ir al Sur, a la enorme sala de exposiciones frente al mar de Mogán. Luis María podría ser muchas cosas, pero seguía teniendo buen gusto y cada vez le quedaban mejor los salones de los hoteles llenos de cuadros pintados con la mano experta de un amanuense que copiaba fotos. Además, hacía tiempo que no sacaba el viejo BMW 2800 de mi padre del garaje y un paseo nos vendría bien a ambos.
Ahora le había dado por la política, participando activamente en un partido: el Grupo de Vecinos para la Administración de Mogán (GRUVELAMO), socio fundador de las Asociaciones Canarias Independientes (ASOCAI).
No sé cómo le daba tiempo para combinar su estudio de diseño, la política, la pintura y la conquista de jovencitos. Pero lo cierto es que parecía irle bien en casi todo, exceptuando en que tenía que pagar cada vez más a sus consentidos por favores que antes conseguía libremente.
“Sí, Cándida, el empresario catalán Rubinat Ferragut, me ha hecho el encargo de retratar a su santa esposa. Se va a sorprender cuando vea el tríptico que le he preparado. Te va a sorprender incluso a ti”. Me resonaban sus palabras mientras conducía rumbo al sur oyendo la guitarra electrificante de Jimi Hendrix en la vieja cassette de ocho pistas del coche, recordándome la época hippy de mi padre.
El hotel estaba situado en una ladera excavada en los farallones cortados sobre el mar de Mogán. Habían volado las coladas basálticas de la serie original paleocanaria para construir un extraordinario edificio suspendido sobre el Atlántico. Había jardines colgantes entre las terrazas abalconadas, como si fuera una nueva Babilonia. El hotel disponía de una piscina asomada al océano, donde los bañistas tenían la impresión de nadar sobre el horizonte.
Cuando llegué, el sol estaba ocultándose más allá de la costa oeste de Gran Canaria, señalando el camino hacia occidente. En lontananza se divisaba la silueta nevada del Teide. Entré al vestíbulo del hotel, decorado con algunos de los muebles orientales que yo misma les había vendido, cruzando en dirección a la sala donde mi marido inauguraba su exposición, frente a los enormes ventanales abiertos al mar.
El lugar estaba lleno de los nuevos ricos del sur: empresarios de la construcción, acostumbrados a allanar barrancos y voluntades para sus negocios; políticos y constructores de Mogán y San Bartolomé, salidos de mociones de censura y escisiones de partidos ya inexistentes, que se habían enriquecido facilitando urbanizaciones que ascendían por laderas y tableros. Muchos estaban acompañados por sus esposas, algunas tan incómodas en sus vestidos de fiesta como yo.
Estaban sirviendo el café cuando llegó el momento esperado. Luís María se apostó delante del cuadro cubierto por un delicado paño de terciopelo negro y, con un gesto amanerado, descubrió de golpe el cuadro: ¡un doble escalofrío corrió por mi columna vertebral cuando reconocí la estela de madera labrada de la tribu materna de Sumba y el sabor del café! Tenía un buche cálido en la boca que me impedía articular palabra, con los sedimentos asentándose todavía en mi paladar. La sensación fue demoledora: ¡era, sin duda, kopi luwak!2
La señora de Rubinat Ferragut aparecía pulcramente retratada, sentada en una elegante silla filipina de la etnia de los ifugaos, que me resultaba muy conocida; pero ahí no paraba mi asombro: detrás de la señora peinada a la moda de los años ochenta había una estela funeraria de la isla de Sumba que me transportó a los Países Bajos de mi pasado.
El tríptico mostraba a la estirada señora de la burguesía catalano-mallorquina con su frente despejada y, enseñando a cada lado, los perfiles levantinos de su rostro, iluminados por la depurada técnica de reproducción retroproyectada de Luis María.
-¿De dónde has sacado el café? ¿Dónde están la silla y la tabla que aparecen en los retratos? –acerté a preguntarle atropelladamente a mi marido, presa de temores que había olvidado.
- Olvidé decírtelo. Lo siento, querida. Te llegaron hace unas semanas junto con otros enseres y unos cuantos paquetes de ese café tan bueno. Te los remitieron desde Amberes, un despacho de abogados o de notarios; no sé. Me imaginé que eran recuerdos de tu época del exilio y que ya pasarías a buscarlos.
- ¿Cómo dices? Me llegan unos muebles y no me dices nada. Quedamos en que no habría mentiras ni ocultamientos en nuestro acuerdo.
- Lo siento. Pensé que estarías al tanto del envío y que ya vendrías a por ellos. No le di mucha importancia en estos tiempos de locura en los que vivo. Me parecieron bonitos y los usé como fondo para retratar a la Ferragut; y en cuanto al café: pensé que era algún encargo tuyo a unos de esos coffee-shops3 de Ámsterdam. Por cierto, había un sobre adjunto al envío.
Luís María había despertado, sin saberlo, los recuerdos latentes de una época de mi vida de la que había huido aterrada. Pintaba mi marido a base de fotos proyectadas sobre lienzos cuadriculados y los copiaba con particular habilidad. Simplemente había compuesto la escena, sentó a la señora en la silla y le puso como fondo la estela de la isla de Sumba. Después había sacado una foto que copió en el lienzo cuadriculado. Y el kopi luwak ¡qué sacrilegio! Lo había usado para toda aquella caterva.
La inconsciencia de Luís María había introducido elementos del pasado que quería olvidar en mi presente. Mientras los ecos de las conversaciones de la fiesta se apagaban a mi espalda, salí despavorida en dirección a mi coche, llevando en la mano un sobre lacrado de un despacho de abogados de Amberes: Ruud De Ruyter, Procurateur en Advocaat ponía el sello.
Salí de aquella sala, del hotel y de los vericuetos de las urbanizaciones del Medio Almud. Cogí el coche y enfilé la vieja carretera hacia el pueblo de Mogán, recorriendo los acantilados cortados sobre el mar. La noche estaba iluminada por una luna llena que salía del océano rielando el mar en calma. Era el contraste que necesitaba mi alma temblorosa.
El sobre sólo podía significar algo: Sumba había muerto.


1 Pues sí, la entrada es de don Benito Pérez Galdós. Relean sus Episodios Nacionales, por favor, que parecen tan actuales como el maestro.
2 No se impaciente el amable lector. Ya sabrá qué es kopi luwak un poco más adelante.
3 Coffee-shops, establecimientos legales de los Países Bajos; que no venden café, por cierto.